6/5/11

Sin preguntas seguimos sin dar cobertura

Tenemos que estar orgullosos del paso dado. Los periodistas acompañados de los ciudadanos, o si se quiere, los ciudadanos acompañados de los periodistas, recuperamos lo que nos pertenece, el derecho a la información. Acertadamente decía Escolar que, de igual manera que el derecho a la sanidad no es de los doctores, sino de los ciudadanos, o el derecho a la justicia no es de los jueces sino de los ciudadanos, el derecho a la información no es de los periodistas, sino que es un derecho de los ciudadanos. El compromiso adquirido entre periodistas y ciudadanos para seguir apoyando la campaña “sinpreguntasnohaycobertura” no tiene marcha atrás. Para ello es imprescindible que los ciudadanos exijamos a todos los medios, y sobre todos a sus directores, que secunden la propuesta de una manera firme y sin fisuras. Se está valorando poner marca a toda declaración política de “propaganda” que no admita preguntas informativas por parte de los periodistas. Lo que distinguiría la simple “propaganda” que el político quiere dar en su mensaje, de la información.

Echo de menos el que no se le haya dado la cobertura que tiene, en las cadenas de televisión. Seguramente no por ganas de los periodistas, sino por sus jefes. Será cuestión de tiempo.

Después de esta iniciativa deberíamos dar un paso, igual de necesario, para seguir recuperando nuestro derecho a la información. Los políticos no deben seguir escurriendo el bulto y despreciando mantener debates en televisión. Los ciudadanos tenemos el derecho a saber que nos proponen unos y otros en vivo y en directo. Tal y como son verdaderamente, sin guión establecido, dando la cara. Exijamos que le ley estipule la obligatoriedad de al menos dos debates televisados. Uno entre los 2 políticos que tienen mayores posibilidades de ganar las elecciones y otro con todos los candidatos con posibilidades de conseguir representación. También es cuestión de tiempo, no lo dudeis.

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Cuando se abriga una convicción, no se la guarda como una joya de familia ni se la envasa herméticamente como un perfume demasiado sutil: se la expone al aire y al viento, se la deja al libre alcance de todas las inteligencias. Lo humano está, no en poseer sigilosamente sus riquezas mentales, sino en sacarlas de la cabeza, vestirlas con las alas del lenguaje y arrojarlas por el mundo para que vuelen.