Parece que el Golpe de Estado promulgado por Micheletti en Honduras tiene los días contados, o esa es la impresión que se tiene desde las distintas esferas democráticas de todo el mundo. Cada vez son menos los que justifican, si esto tiene alguna justificación, el cambio de un presidente elegido democráticamente por su pueblo, por otro que accede a esa presidencia mediante la fuerza bruta y con el apoyo del ejército y de la clase dominante del país. Las presiones internacionales empiezan a surgir efecto y hacen caso omiso de los que desde los distintos púlpitos fundamentan el golpe como la solución, sin darse cuenta de que el verdadero problema son los golpistas, y que la solución siempre debe y tiene que pasar por las urnas.
Me ha parecido muy pobre el seguimiento informativo que se ha tenido sobre este asunto. Los entendidos podrán decir que en la época en la que nos movemos, las noticias se solapan a tal velocidad que deben dar cobertura a la actualidad informativa y lo que pasó ayer, ya no tiene interés hoy. Pero hay noticias, que no solo deberían ser noticias. Un golpe de estado en un país democrático debería removernos de nuestros asientos y no dejar de interesarnos tan solo por el paso de los días.
Quizás sea porque el tipo de noticias que nos ofrecen, son las que a los grandes medios, mejor dicho a sus grandes dueños, les interesa que conozcamos masivamente. Y sus editoriales son cuando menos interesadas a saber de que posible interés. Guerras en la que los malos son los otros, accidentes mortales para concienciarnos de que algún día nos puede pasar a nosotros, enfermedades que nos tengan acongojados y explícitos a gastarnos un pastón en medicamentos con copyright y de difícil acceso para tenernos más preocupados, aún si cabe. El miedo, el terror, el morbo, los accidentes, las desgracias, los golfos y los sinvergüenzas copan las portadas de los telediarios y de las primeras páginas de los periódicos, como si fueran ese tipo de noticias las que únicamente debieran dar a sus lectores. En pocas y raras ocasiones una noticia que necesite un análisis más detallado y continuado en el tiempo, sobre todo si toca la fibra política e ideológica, es tratada con gran despliegue y relevancia informativa. Y si sucede en un país como Honduras, ya ni te cuento. Si esto pasara en cualquier país europeo, seguro que los telediarios abrían sus contenidos en todas sus ediciones con la noticia, sin contar con los debates, especiales, entrevistas y opinadores de toda índole que participarían en la información, hasta que el hecho se solucionara. El porqué, que cada uno saque su conclusión. En todo caso siempre nos quedará Internet.
Reconozco de una manera objetiva que algo está cambiando para bien. Si esto hubiera sucedido hace unas décadas, seguramente el golpe de estado en Honduras hubiera sido aceptado por la comunidad internacional, y aquí paz y después gloria, como en tantas ocasiones. Pero algo hemos aprendido, a pesar de todo. Y como suele pasar cuesta dar un paso adelante, pero una vez dado, es más difícil tirar “pa tras”. Esto me lleva a una elucubración que aunque muchísimo menos importante y trascendente, no por ello debemos pasar por alto. Y que de alguna manera debería inquietarnos antes de que sea demasiado tarde. Y es la manía que, cada vez más, tienen los gobiernos en controlar todos y cada uno de los movimientos de los ciudadanos, cuando debería ser todo lo contrario, ya que esa debe ser la esencia de la democracia. Me estoy refiriendo a que con la excusa de los temas que a diario nos bombardean los noticiarios y que mantienen al pueblo acongojado con catástrofes, guerras, terrorismo, detenciones de todo tipo de delincuentes y narcotraficantes, etc. que, poco o nada podemos hacer los ciudadanos, salvo asustarnos ante tal panorama, ya que son asuntos de Gobierno, nos intentan limitar derechos y libertades conseguidas a lo largo de la historia con la excusa de la seguridad, a veces nacional y otras mundial, en ocasiones con medidas sobradamente justificadas, pero en otras exageradamente restrictivas. Videocámaras en las calles, chips en documentos de identidad, exhaustivos controles en desplazamientos en transportes públicos, satélites vigilantes o control de contenidos de Internet, son algunos ejemplos que no debemos dejar que se descontrolen de nuestra órbita de control, y se conviertan en una nueva forma de dictadura, ya que siempre habrá algún iluminado que se sienta atraído por el poder absoluto, y que esté dispuesto a cambiar la fuerza de las armas por la fuerza de la información, si es la nueva vía para controlarlo todo, sin la participación de todos.
Me ha parecido muy pobre el seguimiento informativo que se ha tenido sobre este asunto. Los entendidos podrán decir que en la época en la que nos movemos, las noticias se solapan a tal velocidad que deben dar cobertura a la actualidad informativa y lo que pasó ayer, ya no tiene interés hoy. Pero hay noticias, que no solo deberían ser noticias. Un golpe de estado en un país democrático debería removernos de nuestros asientos y no dejar de interesarnos tan solo por el paso de los días.
Quizás sea porque el tipo de noticias que nos ofrecen, son las que a los grandes medios, mejor dicho a sus grandes dueños, les interesa que conozcamos masivamente. Y sus editoriales son cuando menos interesadas a saber de que posible interés. Guerras en la que los malos son los otros, accidentes mortales para concienciarnos de que algún día nos puede pasar a nosotros, enfermedades que nos tengan acongojados y explícitos a gastarnos un pastón en medicamentos con copyright y de difícil acceso para tenernos más preocupados, aún si cabe. El miedo, el terror, el morbo, los accidentes, las desgracias, los golfos y los sinvergüenzas copan las portadas de los telediarios y de las primeras páginas de los periódicos, como si fueran ese tipo de noticias las que únicamente debieran dar a sus lectores. En pocas y raras ocasiones una noticia que necesite un análisis más detallado y continuado en el tiempo, sobre todo si toca la fibra política e ideológica, es tratada con gran despliegue y relevancia informativa. Y si sucede en un país como Honduras, ya ni te cuento. Si esto pasara en cualquier país europeo, seguro que los telediarios abrían sus contenidos en todas sus ediciones con la noticia, sin contar con los debates, especiales, entrevistas y opinadores de toda índole que participarían en la información, hasta que el hecho se solucionara. El porqué, que cada uno saque su conclusión. En todo caso siempre nos quedará Internet.
Reconozco de una manera objetiva que algo está cambiando para bien. Si esto hubiera sucedido hace unas décadas, seguramente el golpe de estado en Honduras hubiera sido aceptado por la comunidad internacional, y aquí paz y después gloria, como en tantas ocasiones. Pero algo hemos aprendido, a pesar de todo. Y como suele pasar cuesta dar un paso adelante, pero una vez dado, es más difícil tirar “pa tras”. Esto me lleva a una elucubración que aunque muchísimo menos importante y trascendente, no por ello debemos pasar por alto. Y que de alguna manera debería inquietarnos antes de que sea demasiado tarde. Y es la manía que, cada vez más, tienen los gobiernos en controlar todos y cada uno de los movimientos de los ciudadanos, cuando debería ser todo lo contrario, ya que esa debe ser la esencia de la democracia. Me estoy refiriendo a que con la excusa de los temas que a diario nos bombardean los noticiarios y que mantienen al pueblo acongojado con catástrofes, guerras, terrorismo, detenciones de todo tipo de delincuentes y narcotraficantes, etc. que, poco o nada podemos hacer los ciudadanos, salvo asustarnos ante tal panorama, ya que son asuntos de Gobierno, nos intentan limitar derechos y libertades conseguidas a lo largo de la historia con la excusa de la seguridad, a veces nacional y otras mundial, en ocasiones con medidas sobradamente justificadas, pero en otras exageradamente restrictivas. Videocámaras en las calles, chips en documentos de identidad, exhaustivos controles en desplazamientos en transportes públicos, satélites vigilantes o control de contenidos de Internet, son algunos ejemplos que no debemos dejar que se descontrolen de nuestra órbita de control, y se conviertan en una nueva forma de dictadura, ya que siempre habrá algún iluminado que se sienta atraído por el poder absoluto, y que esté dispuesto a cambiar la fuerza de las armas por la fuerza de la información, si es la nueva vía para controlarlo todo, sin la participación de todos.
Regino Marmol
El Progreso del siglo XXI
21 de julio de 2009
ALGUNA INFORMACIÓN
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Cuando se abriga una convicción, no se la guarda como una joya de familia ni se la envasa herméticamente como un perfume demasiado sutil: se la expone al aire y al viento, se la deja al libre alcance de todas las inteligencias. Lo humano está, no en poseer sigilosamente sus riquezas mentales, sino en sacarlas de la cabeza, vestirlas con las alas del lenguaje y arrojarlas por el mundo para que vuelen.