Cuantas lecciones nos da la vida a los que no dejamos de aprender nunca. El pasado mes de junio hemos aprendido unas cuantas lecciones que conviene recordar ahora que se nos empieza a pasar la euforia del momento. Y es que, si en otros muchos deportes somos los mejores (digo que somos porque de alguna manera siempre nos sentimos participes del éxito o fracaso de nuestros deportistas internacionales) ciclismo, tenis, golf, formula 1, etc., en el fútbol, que es algo más que un deporte, dicen que también somos los mejores del mundo, y eso no es moco de pavo, que diría aquél, o mejor dicho la FIFA.
Somos, y digo somos, los Campeones de Europa. Pero esta experiencia no solo nos ha hecho disfrutar del buen fútbol jugado por nuestros internacionales, que también, sino que nos ha unido a todos por unos días bajo los colores de una bandera, la nuestra, la española. Gentes de Galicia y de Cataluña, de Andalucía y del País Vasco, de Canarias y de Baleares, o de Extremadura y Valencia alzando nuestros colores, los de todos. Toda España ha estado aclamando a nuestra selección. Rojos, verdes y azules. Hombres y mujeres, niños y ancianos. Blancos y negros, Altos y bajos. Todos juntos, unidos, sin diferencias, solo con la voluntad de alcanzar un objetivo, que finalmente no solo se ha conseguido, sino que ha conseguido otros muchos de los que casi no nos acordábamos. Como el hacernos darnos cuenta de que juntos podemos andar cualquier camino por muy difícil que nos parezca y alcanzar cualquier objetivo que nos propongamos. Lo hemos demostrado a lo largo de la larga historia de España y parecía que se nos había olvidado, y ha tenido que ser algo tan sencillo como el fútbol lo que nos lo recordara.
Otra de las lecciones que podemos sacar de esta brillante Eurocopa, es la que nos ha dado el seleccionador nacional, Sabio de Hortaleza o Zapatones como cariñosamente le llaman los entendidos y Don Luís Aragonés para todos a partir de su gesta. Muy pocos dábamos un duro por él antes del día siete de junio, como pasa tantas veces, que si no pasaremos de cuartos, que si Raúl tiene que ir, que si es un viejo cascarrabias que se aferra al puesto, pero después de seis partidos se ha convertido casi en héroe nacional y ha callado tantas bocas como habladores hay en este país. Lo que demuestra que hay que dejar hacer el trabajo a quien lo realiza y no defenestrarle sin ver el resultado final, máxime si es un sabio el que lo hace.
Y los jugadores, que me dicen de los jugadores. Que se han salido, pero de calle. Desde el primero hasta el último. Eso es un equipo. Esa es nuestra selección. Todos a una como los de Fuenteovejuna. Sin líderes impuestos, sino naturales. Cada uno de su padre y de su madre, cada uno de un equipo rival en la Liga, pero como son tan grandes, y ahora tocaba estar unidos para salir de la crisis maldita de cuartos, han sacado lo mejor que llevan dentro y lo han puesto en ayuda de los demás para logar no solo pasar de cuartos, que se les quedaba pequeño, sino además de ser los primeros ser los mejores.
Como hemos disfrutado en junio del dos mil ocho y cuantas cosas hemos aprendido
Viva España, viva La Roja, y viva la madre que nos parió a todos.
Regino Marmol
El Progeso del siglo XXI
8 julio 2008
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Cuando se abriga una convicción, no se la guarda como una joya de familia ni se la envasa herméticamente como un perfume demasiado sutil: se la expone al aire y al viento, se la deja al libre alcance de todas las inteligencias. Lo humano está, no en poseer sigilosamente sus riquezas mentales, sino en sacarlas de la cabeza, vestirlas con las alas del lenguaje y arrojarlas por el mundo para que vuelen.