No quiero imaginar, ni por un momento, que la crispación política que se ha mantenido durante la anterior legislatura pudiera repetirse en esta que estamos apunto de comenzar. Han sido cuatro años insoportables tanto en el fondo como en las formas, sobre todo en las formas. Los ciudadanos y ciudadanas de este país no se merecen tan bochornoso ejemplo y actitud de nuestros representantes políticos ni por un minuto más.
La vida, mí vida, y supongo que la de ustedes, no se reduce a la instrucción de formaciones políticas, legítimas ideológicamente, pero refutables en muchas ocasiones, no por nada en especial, sino sencillamente por estar compuestas de hombres y mujeres, como usted y como yo, y por tanto con las miserias y grandezas que tiene el ser humano en esencia. Nadie está en la verdad absoluta y quien así lo asegure o es un loco iluminado o un interesado sinvergüenza, y ningún partido político sea de la ideología que sea, puede generar repudio al otro, al que piensa diferente, al distinto. Y durante la pasada legislatura ese germen ha intentado florecer y la clase política no ha sabido estar a la altura en muchas o, mejor dicho, en muchísimas ocasiones espoleada por los telepredicadores, radiopredicadores y prensapredicadores de turno. Más le hubiera valido montar un partido político que dedicarse a la información, por lo bien que lo hubieran hecho, según ellos claro.
Nos han hablado de las dos españas, en términos peyorativos, para tenernos bien definidos y rebañados (entiéndase de "rebaño"), cuando españoles somos todos. Han intentado trasladar sus frustraciones políticas a los ciudadanos sin valorar el daño que podían causar entre familiares, amigos, vecinos, compatriotas y demás. Pero no lo han conseguido o eso creo, pero intentarlo lo han intentado, y eso ya es reprobable. Volvió la timidez para expresar libremente las opiniones de cada cual, porque era motivo de enfrentamiento entre amigos, vecinos o familiares. Y en lugar de defender y potenciar la diversidad de pensamiento y el respeto de opinión, se potenciaba la idea de "estas conmigo o contra mí".
Ahora toca arrimar el hombro, cambiar el discurso. Hay que erradicar la mala hierba o la mala leche, según se prefiera el término, de la política y de la información mal intencionada. No concibo ni acepto el término "dos españas" por absurdo, rancio y anacrónico. Hay que arrimar el hombro para estar a la altura de lo que somos, saber donde estamos y decidir hacía donde queremos ir. En la Europa del siglo XXI pensar que hay dos francias por la analogía que se podría crear con el derechista Nicolás Sarkozy, actual presidente de Francia y la socialista Ségolène Royal, o dos EEUU por la equivalencia que se podría dar con Bush y Kerry, es una verdadero despropósito.
Ahora toca arrimar el hombro, no para levantar las "dos españas" que nos quieren vender por separado, sino para levantar la España común, la de socialistas y populares, la de catalanes y andaluces, la de vascos y gallegos, la de castellanos y canarios, la de obreros y comerciantes, la de empresarios y estudiantes.
Aprobar en economía será tarea difícil en el próximo curso y, o arrimamos el hombro todos, o suspendemos todos los españoles.
Regino Marmol
El Progreso del siglo XXI
18 marzo 2008
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Cuando se abriga una convicción, no se la guarda como una joya de familia ni se la envasa herméticamente como un perfume demasiado sutil: se la expone al aire y al viento, se la deja al libre alcance de todas las inteligencias. Lo humano está, no en poseer sigilosamente sus riquezas mentales, sino en sacarlas de la cabeza, vestirlas con las alas del lenguaje y arrojarlas por el mundo para que vuelen.