Ya se acerca la Navidad y no se porqué a todos nos alegra su llegada. Supongo que será por la diversidad de sensaciones, sentimientos y vivencias que se aglutinan en un corto periodo de tiempo. En primer lugar está el sentimiento religioso, celebrando el nacimiento de Jesucristo en Belén, y que tanto creyentes como los que no lo son, admiran la importancia de su paso por este mundo, y las enseñanzas que nos dejó, y que hoy día siguen sirviendonos como referencia de convivencia. También ayuda al estado de ánimo, y mucho, el reencontrarse con familiares y amigos en torno a una mesa. Bien sea en la noche recogida del día 24 o en la de gran jolgorio que significa el último día del año, amen de comidas de empresa, cenas de clubs, etc. Luego también está, y de que manera, las vacaciones que tienen nuestros chavales en el cole y los días de fiestas y puentes que tenemos los que no somos ya tan chavales, pero que nos encanta de igual manera. También esta el tradicional sorteo de lotería, donde la sensación de pensar que no solo nos toque a nosotros sino a muchos de nuestros amigos o familiares, por haber compartido o intercambiado el décimo de turno, ya nos premia sin todavía habernos tocado el gordo. Pero si yo tuviera que decir, que fechas de la Navidad me gustan más, aún reconociendo que todas tienen su duende, me decantaría por el 28 de diciembre y por el día de Reyes. La primera porque es un día donde puedes gastar la broma que quieras a quien quieras y eso, una vez al año no hace daño, sino todo lo contrario. Y que decir de la magia del día de Reyes. Todos, niños y mayores, viajamos a un mundo de ilusión sin igual, donde la magia y la inocencia conviven en armonía.La gente es feliz, y eso es bueno.
La gente comparte, y eso es bueno. La gente se besa y se abraza, y eso es bueno. La gente se gasta bromas y se rie, y eso es bueno. La gente se reune y fraterniza, y eso es bueno. La gente sueña y se ilusiona, y eso es bueno. La Navidad es todo esto y mucho más, y eso es bueno. Ven ustedes, ya me está entrando el bien llamado “espítitu de la navidad” y lo bueno que tiene es que és contagioso. Por ello el último día del año a la hora señalada levantaré mi copa bien alta y brindaré por todos y cada uno de ustedes, hombres y mujeres de buena volutad. Blancos, amarillos, negros, payos y gitanos; católicos, musulmanes, agnósticos y protestantes; liberales, conservadores, progresistas y nacionalistas; para que todos tengan un feliz 2007.
Regino Marmol
El Progreso del siglo XXI
18 diciembre 2007
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Cuando se abriga una convicción, no se la guarda como una joya de familia ni se la envasa herméticamente como un perfume demasiado sutil: se la expone al aire y al viento, se la deja al libre alcance de todas las inteligencias. Lo humano está, no en poseer sigilosamente sus riquezas mentales, sino en sacarlas de la cabeza, vestirlas con las alas del lenguaje y arrojarlas por el mundo para que vuelen.