6/11/07

La mentira tiene las patas muy cortas

Cuando escribo este artículo, tengo que reconocer que apenas me ha dado tiempo para informarme detalladamente de la sentencia del juicio del 11-M, ya que le estoy escribiendo el mismo día que se hizo pública. Mañana, es decir, uno de noviembre, pienso irme de viaje por unos días, y la directora de este periódico no me deja marcharme sin antes haberle entregado mi pequeña aportación al medio. Pero eso no significa que no pueda opinar sobre el asunto, como cualquier hijo de vecino.
De la sentencia, que como ya he dicho no la conozco en su totalidad, solo diré que ha quedado claramente demostrado que el brutal atentado fue perpetrado por una célula islamista (siete de cuyos miembros murieron en el suicidio de Leganés), con la ayuda del ex minero Trashorras, que les facilitó el robo de los explosivos. Que ninguna prueba avala la tesis de que ETA participó en el atentado, y que la tesis conspiratoria ha quedado totalmente desmontada.
No entraré, en este momento, a dilucidar más sobre el resto de la sentencia, pero si sobre estos asuntos, a mi entender menores. Lo importante era juzgar a los culpables y condenarles, para que las victimas directas se sintieran amparadas por la justicia y el resto confiaran en el Estado de Derecho.
Pero volviendo a los asuntos menores, que durante los últimos tres años se han llenado la boca algunos de predicar, que pueden decir ahora?. Dónde están las pruebas de que ETA estaba detras del atentado?, dónde está la supuesta conspiración?. Algunos, no se vayan ustedes a pensar, siguen insistiendo con el mismo asunto, otros dicen que ellos nunca han afirmado que ETA estuviera detrás del 11-M, que tan solo querían saber la verdad hasta el final, final y final. Y los más, simplemente dicen que nunca han dicho tal cosa, que tan solo querían saber toda la verdad y nada más que la verdad.
Es curioso como algunas personas, aparentemente normales, equilibradas y por supuesto con influencia en la sociedad, pueden decirnos que la verdad se consigue con fabulaciones, sin pruebas. Pueden decirnos, hasta la saciedad, que la verdad se consigue con suposiciones infundadas. Pues no, la verdad en nuestro país, se demuestra con pruebas. Lo único que se me ocurre para justificar esta tropelía es que algunos siguen pensando que vivimos en la España de “miente, miente, que al final algo queda”, pero no queridos conciudadanos, la mentira tiene las patas muy cortas, y algunos ahora se estarán arrastrando. Verdad?
Regino Marmol
El Progreso del siglo XXI
6 noviembre 2007

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Cuando se abriga una convicción, no se la guarda como una joya de familia ni se la envasa herméticamente como un perfume demasiado sutil: se la expone al aire y al viento, se la deja al libre alcance de todas las inteligencias. Lo humano está, no en poseer sigilosamente sus riquezas mentales, sino en sacarlas de la cabeza, vestirlas con las alas del lenguaje y arrojarlas por el mundo para que vuelen.