20/3/07

“Vivir no es sólo existir”

Inmaculada Echevarría o Inmaculada “La Guerrera” como ella quería que la recordáramos, dejó esta vida y de existir, el pasado jueves día 15 de marzo. Después de casi treinta años de sufrimiento, se la liberó de la máquina que la mantenía con vida artificialmente desde hace más de diez años.
Tengo que reconocer que me ha entrado un poco de rubor cuando he decidido escribir sobre Inmaculada. Por respeto a su voluntad y a su dignidad, por respeto a su derecho a vivir o dejar de vivir una vida horrible, por respeto a su decisión, he dudado hasta el último momento, pero creo que decisiones de personas como Inmaculada son las que van cambiando este mundo en el que nos ha tocado vivir. No voy a juzgar si la decisión que libremente ha tomado es la acertada o no. No voy a entrar a valorar si es un acto de valentía o todo lo contrario. Ni tan siquiera deré mi opinión sobre los médicos o enfermeros que tuvieron que desconectar el aparato que artificialmente la mantenía apegada a una vida que ella no quería seguir sufriendo. Duro también para ellos.
Quiero hablar de libertad, dignidad y respeto. Quiero hablar de la libertad que tiene una persona a rechazar los dogmas establecidos que deciden por ella y convierten su derecho a la vida, en obligación a la vida. El Estado tiene la obligación de preservar la vida de las personas en todos los casos y de poner las medidas adecuadas para que cualquier circunstancia o decisión precipitada lleve a ciertas personas a pensar en desecharla. Cualquiera de nosotros deberíamos manifestarnos siempre, y digo siempre, a favor de que nadie quiera tomar la decisión firme e inequivoca de dejar de vivir, siempre, y digo siempre, deberíamos encontrar algo por lo que mereciera la pena vivir, aún en las peores circunstancias, y preservar la vida ante todo y sobre todo.
Pero si al final alguien decide libremente, en sus plenas facultades mentales, que se le desconecte de una máquina que la mantiene con vida artificialmente, y esta petición es reiterada en el tiempo, un tiempo que pasa con sufrimiento diario no solo en el cuerpo sino en el espíritu mismo. Lo indigno sería dejarla en su amargo sufrimiento por nuestros principios, sin respetar los suyos. Obligarla a que acepte nuestros dogmas, nuestros temores. Nuestra conciencia sin respetar la suya , creyéndonos en la verdad absoluta, despreciando su decisión e imponiendo la nuestra.
Inmaculada, descansa en Paz.“
Es valiente el que teme lo que debe temerse, y no teme lo que no debe temerse.”
Regino Marmol
El Progreso del siglo XXI
20 marzo 2007

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Cuando se abriga una convicción, no se la guarda como una joya de familia ni se la envasa herméticamente como un perfume demasiado sutil: se la expone al aire y al viento, se la deja al libre alcance de todas las inteligencias. Lo humano está, no en poseer sigilosamente sus riquezas mentales, sino en sacarlas de la cabeza, vestirlas con las alas del lenguaje y arrojarlas por el mundo para que vuelen.