26/9/06

Carta a un inmigrante indocumentado

Tengo que empezar diciéndote que siento de veras tu situación que, solamente imagino, y solo con imaginarla me aterroriza. Cuando te veo llegar en un cayuco o en una patera totalmente hacinado y al borde del desfallecimiento, no imagino la desesperación que te ha podido llevar a realizar este viaje infernal. Y no me lo imagino seguramente como es en realidad, porque no sé lo que se siente en tu pellejo, no se lo que se siente cuando no hay apenas que comer y tu pueblo padece hambruna. No se lo que se siente cuando miras a tus hijos y ves que se mueren de hambre y de miseria. No se lo que se siente y jamás quisiera sentirlo.
Quiero también decirte que te reconozco como hombre, que te reconozco como persona, y quisiera poder comprender verdaderamente tu situación, y así poder echarte una mano. Pero con dignidad. No quiero darte limosna. Quiero ayudarte de veras y que tu me ayudes a mí. Has tenido la mala suerte de nacer en una zona del mundo que, quizás en otras épocas fue gloriosa, o no, que más da, pero que ahora en pleno siglo XXI está pasándolo realmente mal.
Te pido disculpas porque hasta ahora no me había apenas fijado en tí. En occidente las noticias ocurren tan deprisa que casi no te da tiempo a digerirlas, salvo que te las repitan una y otra vez. Y esta vez como la inmigración llamada ilegal o de indocumentados está empezando a ser un problema, las noticias se repiten continuamente. Y así a base de verte a ti, una y otra vez en la tele, en la radio, en la prensa, etc. por fin me he dado cuenta de que existes. Pero también tengo que decirte que la solución no está en que vengas a nuestro país de una forma irregular. Aquí por desgracia no hay sitio para todos. Ójala pudierais venir todos los que quisierais, pero tienes que entender que en algún momento no coceréis más. Tienes que entender que occidente quiere compartir el estado de bienestar, y no creo que sea necesario perderlo para que tú puedas ir alcanzarlo. Yo me comprometo a fomentar gobiernos en mí país que reduzcan o incluso condonen la deuda externa. Me comprometo a fomentar gobiernos que os ayuden a erradicar la bestial corrupción en vuestros países. Pero sobre todo me comprometo a fomentar gobiernos en mí país que os ayuden a mantener vuestra dignidad intacta como personas, vuestra libertad plena como hombres y vuestro orgullo como trabajadores, para levantar vuestro pueblo y tener la posibilidad de alcanzar el estado de bienestar del que en occidente disfrutamos la mayoría de los hombres.
A cambio te pido que me ayudes. Que vengas a mí país a trabajar legalmente. Con tus derechos y obligaciones. Que denuncies a los empresarios sin escrúpulos que te explotan por no tener papeles; tienen que contratarte. Que aceptes nuestras costumbres de sociabilidad, piensa que no nos ha ido tan mal., y nos enseñes las tuyas. Que luches, en lo posible, como antaño hicimos nosotros, a derrocar de vuestros pueblos a los dictadores, a los corruptos, a los que os explotan. No se, quizás algún día, juntos lo consigamos, y me alegraré por los dos.
Regino Marmol
El Progeso del siglo XXI
26 septiembre 2006

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Cuando se abriga una convicción, no se la guarda como una joya de familia ni se la envasa herméticamente como un perfume demasiado sutil: se la expone al aire y al viento, se la deja al libre alcance de todas las inteligencias. Lo humano está, no en poseer sigilosamente sus riquezas mentales, sino en sacarlas de la cabeza, vestirlas con las alas del lenguaje y arrojarlas por el mundo para que vuelen.