8/5/06

Una enfermedad que sigue matando sin condición

El pasado día uno de junio fallecia Rocio Jurado debido a un maldito cáncer de páncreas que venía padeciendo desde hace varios años. Nos ha dejado “la más grande” según dicen la mayoría de las personas que les gusta la copla española y el cante, entre los que me encuentro, pero sobre todo nos ha dejado, de nuevo, otra persona que ha luchado hasta la saciedad por salir de la enfermedad, la cual finalmente se la ha llevado.
El drama sigue, el cancer, este maldito cancer que nos vá comiendo poco a poco y que cuando avisa, en la mayoría de los casos que yo conozco, ya es demasiado tarde para hacerle frente, quedando solo esperar un milagro que te cure. Me parece hasta mentira que una enfermedad que lleva con nosotros tanto tiempo, todavía no se hayan encontrado medios suficientes para que detectemos sus sintomas antes de que sea demasiado tarde. Porque de lo que se trata según nos cuentan es de que, si se detecta a tiempo las posibilidades de atajarlo son muchas, pero por el contrario si cuando se detecta ya está avanzada la enfermedad, entonces es fulminante. Ya puedes ser una persona sana, ya puedes ser una persona que se cuida en la alimentación, que hace ejercicio, que no haya fumado nunca, da igual, si este maldito cancer se desarrolla sin que te des cuenta, es cuestión de tiempo. Ni dinero, ni los mejores médicos en las mejores clínicas del mundo pueden hacer ya casi nada por salvarte, da igual la condición social que tengas. El cancer mata sino lo detectamos a tiempo, y eso es lo que nos falta, tiempo para haberlo detectado con suficiente antelación para diagnosticarlo. Yo personalmente he tenido la desgracia de perder a familiares y amigos que, cuando se le diagnosticó era demasiado tarde para curarles. Y como yo supongo que ha todos nos ha pasado el tener que sufir la pérdida de algún familiar o amigo por esta enfermedad maldita. Aún recuerdo a mí querido amigo Rafael, que el pasado mes de agosto cuando fue al hospital porque no era capaz de concentrarse en una operación matemática, asustado acudió al hospital haber que le había pasado, y horas más tarde salía con un diagnóstico terrible, “metastasis” en el pulmón, que le había afectado la cabeza y el hígado. En febrero de este año le enterramos. Parece inclrible, pero es así. No había tenido síntomas anterirores y ya era demasiado tarde. Lo único que le hubiera salvado habría sido un diagnóstico a tiempo, que desgraciadamente no se produjo. No se ni como, pero habría que, mientras se dá con la formula mágica que lo cure, hacer un sistema que facilitase el diagnóstico de cancer antes de que sea demasiado tarde para la persona que lo padezca. Quizás así, Rocio y Rafael hubieran estado todavía entre nosotros.

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Cuando se abriga una convicción, no se la guarda como una joya de familia ni se la envasa herméticamente como un perfume demasiado sutil: se la expone al aire y al viento, se la deja al libre alcance de todas las inteligencias. Lo humano está, no en poseer sigilosamente sus riquezas mentales, sino en sacarlas de la cabeza, vestirlas con las alas del lenguaje y arrojarlas por el mundo para que vuelen.