August Landmesser ha pasado a la historia por una fotografía en la que se le puede ver con los brazos cruzados. Fue en la botadura del velero (hoy Barco Escuela) de la marina alemana Horst Wessel en 1936. Ese día el Führer Adolf Hitler estaba presente en Hamburgo, cuando August, quién ya tenía problemas con la justicia, se negó a saludarlo como hicieron los miles de compañeros que tenía en los astilleros. Desde entonces este hombre es un ejemplo de coraje individual y objeción de conciencia.
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Con un par, quien es auténtico, asume la responsabilidad por ser lo que es y se reconoce libre de ser lo que es.
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Con un par, quien es auténtico, asume la responsabilidad por ser lo que es y se reconoce libre de ser lo que es.
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Cuando se abriga una convicción, no se la guarda como una joya de familia ni se la envasa herméticamente como un perfume demasiado sutil: se la expone al aire y al viento, se la deja al libre alcance de todas las inteligencias. Lo humano está, no en poseer sigilosamente sus riquezas mentales, sino en sacarlas de la cabeza, vestirlas con las alas del lenguaje y arrojarlas por el mundo para que vuelen.