14/5/11

¿Es inebitable la corrupción?

La corrupción es un acto ilegal que ocurre cuando una persona abusa de su poder para obtener algún beneficio para sí mismo, para sus familiares o para sus amigos. Requiere de la participación de dos actores: uno que por su posición de poder pueda ofrecer algo valioso y otro que esté dispuesto a pagar una "mordida" o soborno para obtenerlo.

Este delito que se puede desarrollar en cualquier ámbito de nuestra sociedad, es en lo público y sobre todo en la política donde encuentra su mayor desarrollo y expansión. La costumbre popular en este sentido es permisiva hasta el punto de que relaciona el axioma "la caridad empieza por uno mismo" con "me lo llevo crudo ahora mismo". O este otro "quiere a tu prójimo como a tí mismo" con, "tus prójimos son los amiguetes y caciques del lugar que ya te devolverán el favor si no te lo han pagado ya." Entrar en el debate de que no todos son iguales, o mejor dicho de que no todos somos iguales, anda ya algo trasnochado. Por supuesto que no todos somos iguales, cualquiera no está en posición de corromper. No olvidemos que el único objetivo del corrupto es el beneficio propio y esto solo se materializa con dinero o con cosas que les de mucho más dinero, y el común de los mortales no están para ese tipo de gastos extras. Es aquí donde debería entrar la ética de la buena práctica. Esa que intentamos inculcar a nuestros hijos con sermones que luego se ven contrapuestos con los ejemplos que les damos, como cuando nos pasa la factura el fontanero después de arreglarnos el cuarto de baño y nos pregunta con toda naturalidad -le sumo el IVA o lo apañamos en efectivo?- y con la misma naturalidad le contestamos -mejor en efectivo que luego los políticos se lo llevan crudo- Y esa es la respuesta a la corrupción sin darnos cuenta que los poco más de cincuenta euros que nos ahorramos en la factura del fontanero, nos indica la vulnerabilidad que tendríamos si además manejáramos el dinero público. No creo que sea cuestión de buenos y malos. Ni tan siquiera creo que sea cuestión de predicar honradez, aunque todo ayuda. Es cuestión de que toda sociedad, sea limitada, anónima, corporativa, o como reunión permanente de personas, pueblos o naciones que conviven y se relacionan bajo unas leyes comunes, tengan la obligación de presentar a sus socios participes periódicamente y con total transparencia las cuentas pormenorizadas de los gastos e ingresos de la caja común, así como las gestiones y proyectos realizados en bien de la sociedad a la que representan, y de no hacerlo en forma y plazo tuvieran tales responsabilidades penales, que se les quitaran las ganas de no hacerlo. En el ámbito privado a ningún administrador de una sociedad se le ocurriría ocultar datos a sus socios, seguramente no por ganas en algunos casos, sino porque no duraría ni un minuto en su cargo. Un ladrón, un estafador, o un chorizo de tres al cuarto, cuando delinque es juzgado por cada delito que comete contra cada víctima. Un político corrupto debería pensárselo dos veces si algún juez algún día tomara la decisión de aplicar esa misma justicia y aplicara un delito de corrupción no como un único todo, sino por los miles o millones, según el caso, de victimas a los que ha estafado con su corrupción y le pidieran cuentas por cada uno de ellos.
En ocasiones el no ser conscientes de lo que nos cuesta mantener el estado de bienestar nos hace ser más permisivos con los políticos corruptos, en algunas comunidades autónomas más que en otras, por ello es conveniente saber que un contribuyente español medio si empezara a pagar los impuestos que le corresponden en un año el día 1 de enero, estaría trabajando hasta mediados del mes de mayo solo para cubrir esos pagos, a partir de esa fecha trabajaría para él. Con lo que para no controlar por donde se nos va el dinero y no digamos ya a los corruptos.



Para saber cuanto tiempo al año trabajas para pagar impuestos: http://www.diadelcontribuyente.org/calculadora.php

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Cuando se abriga una convicción, no se la guarda como una joya de familia ni se la envasa herméticamente como un perfume demasiado sutil: se la expone al aire y al viento, se la deja al libre alcance de todas las inteligencias. Lo humano está, no en poseer sigilosamente sus riquezas mentales, sino en sacarlas de la cabeza, vestirlas con las alas del lenguaje y arrojarlas por el mundo para que vuelen.