El discurso tiene cuarenta años pero - sin quitarle una coma - podría repetirse en cualquier foro político con absoluta y vigente pertinencia.Este fue el mismo filósofo de aquella célebre y crucial pregunta, formulada justo antes de sentarse a jugar dominó. "¿Vamos a jugar como caballeros ó como lo que somos?"
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Cuando se abriga una convicción, no se la guarda como una joya de familia ni se la envasa herméticamente como un perfume demasiado sutil: se la expone al aire y al viento, se la deja al libre alcance de todas las inteligencias. Lo humano está, no en poseer sigilosamente sus riquezas mentales, sino en sacarlas de la cabeza, vestirlas con las alas del lenguaje y arrojarlas por el mundo para que vuelen.