Los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla. Esta es la única motivación que tengo para ver este tipo de documentales, y que las nuevas generaciones no olviden nunca que este país estuvo casi cuarenta años bajo el régimen dictatorial franquista.
Supongo que si hubiera vivido esos episodios tendría que haberme exiliado, hubiera estado preso en algún campo de concentración, me hubieran vejado por creer en la libertad de credo y de pensamiento, estaría enterrado en alguna cuneta o algo peor, tendría que haberme tragado mí propia vida, como les pasó a millones de españoles marginados socialmente durante todo ese tiempo, por el dictador y peor aún, por los que le apoyaban y le rezaban.
Supongo que si hubiera vivido esos episodios tendría que haberme exiliado, hubiera estado preso en algún campo de concentración, me hubieran vejado por creer en la libertad de credo y de pensamiento, estaría enterrado en alguna cuneta o algo peor, tendría que haberme tragado mí propia vida, como les pasó a millones de españoles marginados socialmente durante todo ese tiempo, por el dictador y peor aún, por los que le apoyaban y le rezaban.
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Cuando se abriga una convicción, no se la guarda como una joya de familia ni se la envasa herméticamente como un perfume demasiado sutil: se la expone al aire y al viento, se la deja al libre alcance de todas las inteligencias. Lo humano está, no en poseer sigilosamente sus riquezas mentales, sino en sacarlas de la cabeza, vestirlas con las alas del lenguaje y arrojarlas por el mundo para que vuelen.