Tengo que reconocer que, como en otros asuntos intento ser lo más racional posible, en esta ocasión hay una mezcla con el sentimiento que no puedo evitar. El mundo del toro formó y sigue formando parte de mí cultura y forma de ver y sentir la vida. Arte, nobleza, bravura, valentía, miedo, belleza, sentimiento, pueden ser algunos de los calificativos que tengo en el recuerdo, desde que tengo recuerdos. Mi infancia estuvo pintada por los toros y de alguna manera hoy sigue viva la llama del arte de Cúchares. Aún recuerdo cuando en la fragua de mí abuelo se cerraban las puertas a las 6 de la tarde, entonces no existían las 18:00 h., porque retransmitian por la tele una corrida de toros, en blanco y negro, por supuesto. El Viti, Paco Camino, El Cordobés, El Niño de la Capea, Jose Mari Manzanares, Palomo Linares, Curro Romero, Diego Puerta, El Litri, Ruiz Miguel, Paquirri, y tantos otros, que pasaban delante mía, en aquel entonces, como símbolos de esos calificativos que antes decía. Todos nos sentábamos frente al televisor como si de una gran fiesta se tratara, como así era, mi padre, mis tíos, mi tía, mi abuelo, mi abuela, gran aficionada que no se perdía ni un detalle, algunos vecinos y vecinas que venían a comentar lo que en el ruedo aconteciera. De la silla no se meneaba nadie hasta que no se le daba muerte al último astado.
Luego estaba la afición, el contagio, el sueño. Hubo un tiempo en el que mí tio Mariano, torero de alma y sentimiento, cuya decisión de torear fue truncada en su jueventud, entre otras cosas, por la contienda civil del 36 y siguientes, se empeño, medio en serio medio en broma, en que tomara parte de ese mundo, al que a él le daba vida, solo había que ver con el sentimiento que nos contaba como se daba un natural o un buen derechazo. Siempre me decía: -con la tripa fuera, enseñando y cuadrao, bien colocao delante las astas-.
En la fragua teníamos estoque y muleta, y en mas de una ocasión haciamos toreo de salón con dos cuernos enlazados por un hierro, midiendo los tiempos y con la mano baja, templando.
Como no me van a gustar los toros? Si lo he mamao.
Y luego las Fiestas del pueblo. No hubieran sido las mismas. Nunca hubieran sido las mismas.
Y ahora resulta que cuatro o cuatrocientos, de igual, defensores de los animales quieren que se prohiban las corridas de toros. Sus argumentos, la innecesaria crueldad con la que se les da muerte y castigo durante la lidia. Algunos van más lejos y lo comparan con costumbre tan deleznables como el mal trato a las mujeres, en culturas distintas a la occidental o de ésta en tiempos pasados, u otras costumbres más brutales relacionadas con el ser humano, que no merece la pena ni repetir aquí.
No entienden razones. No entienden sentimiento. No entienden el arte. No entienden de toros, solo entienden que se les maltrata, que se les maltrata y que se les vuelve a maltratar. No se paran a pensar que los aficionados al toreo, no quieren que sufran los toros. Solo hay que ver la bronca que se monta cuando en las distintas suertes de la corrida, picador, banderillas y principalmente en la muerte, no se hace con limpieza y en su sitio.
Me gustaría me dijeran si saben como viven y mueren las gallinas ponedoras de huevos, esos huevos que se comen con patatas fritas. Me gustaría si saben, como viven y mueren los cerdos, los mismos que luego se comen, en panceta o se dan en la cara a través de cremas y potingues grasos. Me gustaría si saben como viven las vacas lecheras en las ganaderías. Me gustaría si saben que siente un canario toda su vida encerrado en una puta jaula. O que piensa su perro, de estar atado del cuello cuando a su dueño le da la gana pasearlo para que haga sus necesidades a la hora que quiere el señor que lo haga. Me gustaría saber si saben que piensan los animales que están en un zoo para disfrute de sus niños. Pero que van a saber!
Los toros bravos existen en su especie más pura, gracias a las corridas de toros, sino quedarían cuatro de ellos, ya que no tienen otra utilidad para los humanos que esa. Es una buena forma de conservar la especie, ya que de no ser así los únicos toros bravos que veríamos estarían encerrados en algún zoológico en lugar de las extensas dehesas campando a sus anchas, viviendo como reyes hasta que se les enfrenta noblemente a su destino. Un destino más digno que el del canario encerrado en una jaula para que nos cante, el del perro atado con una cadena al cuello para que nos acompañe o el de las gallinas ponedoras, encerradas en jaulas ridículas sin ver la luz del sol en toda su vida y sin apenas poder moverse por el acinamiento al que son sometidas. Pero, que van a saber!
Soy de la opinión de que los animales son, eso, animales. Y que el hombre no debe maltratarlos gratuitamente.Los mosquitos son pequeños, repelentes e incómodos por las picaduras, al igual que las cucarachas, los piojos, y otros animalitos. Supongo que habrá alguien al que le parezca mal que se les rocie de insecticida, pero que quieren que les diga. A mi que me dejen con los toros y que estos señores empiecen a protestar por el maltrato químico que se les aplica a los piojos, que a buen seguro, también tendrán quien les siga. Yo no.
Luego estaba la afición, el contagio, el sueño. Hubo un tiempo en el que mí tio Mariano, torero de alma y sentimiento, cuya decisión de torear fue truncada en su jueventud, entre otras cosas, por la contienda civil del 36 y siguientes, se empeño, medio en serio medio en broma, en que tomara parte de ese mundo, al que a él le daba vida, solo había que ver con el sentimiento que nos contaba como se daba un natural o un buen derechazo. Siempre me decía: -con la tripa fuera, enseñando y cuadrao, bien colocao delante las astas-.
En la fragua teníamos estoque y muleta, y en mas de una ocasión haciamos toreo de salón con dos cuernos enlazados por un hierro, midiendo los tiempos y con la mano baja, templando.
Como no me van a gustar los toros? Si lo he mamao.
Y luego las Fiestas del pueblo. No hubieran sido las mismas. Nunca hubieran sido las mismas.
Y ahora resulta que cuatro o cuatrocientos, de igual, defensores de los animales quieren que se prohiban las corridas de toros. Sus argumentos, la innecesaria crueldad con la que se les da muerte y castigo durante la lidia. Algunos van más lejos y lo comparan con costumbre tan deleznables como el mal trato a las mujeres, en culturas distintas a la occidental o de ésta en tiempos pasados, u otras costumbres más brutales relacionadas con el ser humano, que no merece la pena ni repetir aquí.
No entienden razones. No entienden sentimiento. No entienden el arte. No entienden de toros, solo entienden que se les maltrata, que se les maltrata y que se les vuelve a maltratar. No se paran a pensar que los aficionados al toreo, no quieren que sufran los toros. Solo hay que ver la bronca que se monta cuando en las distintas suertes de la corrida, picador, banderillas y principalmente en la muerte, no se hace con limpieza y en su sitio.
Me gustaría me dijeran si saben como viven y mueren las gallinas ponedoras de huevos, esos huevos que se comen con patatas fritas. Me gustaría si saben, como viven y mueren los cerdos, los mismos que luego se comen, en panceta o se dan en la cara a través de cremas y potingues grasos. Me gustaría si saben como viven las vacas lecheras en las ganaderías. Me gustaría si saben que siente un canario toda su vida encerrado en una puta jaula. O que piensa su perro, de estar atado del cuello cuando a su dueño le da la gana pasearlo para que haga sus necesidades a la hora que quiere el señor que lo haga. Me gustaría saber si saben que piensan los animales que están en un zoo para disfrute de sus niños. Pero que van a saber!
Los toros bravos existen en su especie más pura, gracias a las corridas de toros, sino quedarían cuatro de ellos, ya que no tienen otra utilidad para los humanos que esa. Es una buena forma de conservar la especie, ya que de no ser así los únicos toros bravos que veríamos estarían encerrados en algún zoológico en lugar de las extensas dehesas campando a sus anchas, viviendo como reyes hasta que se les enfrenta noblemente a su destino. Un destino más digno que el del canario encerrado en una jaula para que nos cante, el del perro atado con una cadena al cuello para que nos acompañe o el de las gallinas ponedoras, encerradas en jaulas ridículas sin ver la luz del sol en toda su vida y sin apenas poder moverse por el acinamiento al que son sometidas. Pero, que van a saber!
Soy de la opinión de que los animales son, eso, animales. Y que el hombre no debe maltratarlos gratuitamente.Los mosquitos son pequeños, repelentes e incómodos por las picaduras, al igual que las cucarachas, los piojos, y otros animalitos. Supongo que habrá alguien al que le parezca mal que se les rocie de insecticida, pero que quieren que les diga. A mi que me dejen con los toros y que estos señores empiecen a protestar por el maltrato químico que se les aplica a los piojos, que a buen seguro, también tendrán quien les siga. Yo no.
Me ha gustado tu manera de ver el asunto, no me queda más que felicitarte por tus comentarios... lo de los piojos ha estado genial.
ResponderEliminar¡¡ Viva la fiesta nacional !!
Un saludo: "El Epicentro"
Ahí le has dado, Regino. Ya era hora que coincidieramos en algo plenamente. Me emociona profundamente de que te hayas dado cuenta de que en el asunto de los toros hay muchos que se la cogen con papel de fumar y piensan que están en el mundo para tocar los cojones(perdón, testículos) a los demás. Por lo tanto !Viva los toros! !Viva José Tomás! !Viva Morante! y si me apuras !Viva hasta Carbellido! Firmado: "El Calvo Enmascarado" que te aprecia
ResponderEliminarEso, que no decaiga. Vivan los toros... y las mujeres, si señores. Y los que quieran seguir escarbando que así lo hagan. Como se dice de antigüo "No es de bravo señal buena, toro que escarba en la arena"
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