19/4/09

La Vida de Buda

Algunas veces el saber de otras culturas nos abre puertas que de otra manera nunca abriríamos. Tan solo por eso ya merece la pena.
Terminar de abrirlas, volver a cerrarlas o dejarlas entreabiertas, es decisión nuestra. En todo caso siempre agrada al conocimiento el saber de ellas.


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Cuando se abriga una convicción, no se la guarda como una joya de familia ni se la envasa herméticamente como un perfume demasiado sutil: se la expone al aire y al viento, se la deja al libre alcance de todas las inteligencias. Lo humano está, no en poseer sigilosamente sus riquezas mentales, sino en sacarlas de la cabeza, vestirlas con las alas del lenguaje y arrojarlas por el mundo para que vuelen.