Que puede llevar a un hombre a maltratar, pegar, insultar, menospreciar, abusar, e incluso matar, a su mujer?
Esta pregunta que me hago una y otra vez, solamente le encuentro una explicación racional. Ese hombre, es un... ¡cabrón! Si, con todas las letras y en mayúsculas, por si no se entiende bien. El pasado año, que acabamos de finalizar, han muerto a manos de sus parejas, si, de sus parejas, o exparejas, 73 mujeres.
Si, 73 mujeres, que son hijas, hermanas, primas, amigas, madres, esposas y novias. 73 mujeres que algún día tuvieron la desgracia de enamorarse de un desequilibrado, degenerado y cobarde que, abusando sobre todo, de su fuerza física, pero también psicológica y económica, en algunos casos, ha llevado hasta el infierno más inimaginable a una mujer. Mujer a la que un día le dijo que la quería, y que en muchas ocasiones es la madre, si, la madre, de sus propios hijos e hijas.
Pero es que no se queda ahí la cosa. Hasta ahora solo he mencionado las que han sido asesinadas, pero según las estimaciones del Gobierno, actualmente unas 400.000 mujeres estarían sufriendo en España maltrato por parte de sus maridos o ex parejas, aunque sólo el 30 por ciento de las que murieron el pasado año se atrevieron a denunciarlo, por lo que podrían ser muchísimas más. Ese mismo estudio, y según un análisis realizado por la Delegación del Gobierno contra la Violencia sobre la Mujer, es un fenómeno que ha afectado en algún momento de su vida a casi un millón y medio de mujeres solamente en este país. Impresionante. Da que pensar, no?
Si lo piensan un poco, en España hay aproximadamente veintitrés millones de mujeres, por lo que estamos hablando de que el 1,7 % de la población femenina (en edad desde su nacimiento hasta su muerte) estarían actualmente sufriendo maltrato. Pero un 6,5 % lo han padecido a lo largo de su vida. Y si seguimos con estos datos, y por analogía y como ejemplo, resultaría que en el pueblo donde vivo, Navalcarnero, si hay aproximadamente, según el INE, 10 mil mujeres, resultaría que, 170 mujeres estarían recibiendo actualmente malos tratos y más de 600 mujeres la habrían padecido a lo largo de su vida. Impresiona, no? a pesar de saber que las estadísticas nunca son del todo fiables y muchos menos si son proporcionales. Pero de cualquier manera sean algunas más o bastantes menos, sigue siendo escalofriante pensar que algunas vecinas, con las que me cruzo a diario, a las que veo pasear, estar en sus trabajos o de compras, padecen este sufrimiento tan inhumano, mezquino y cobarde por parte de sus parejas. Espero y deseo que en esta ocasión las estadísticas fallen por completo, y esto no esté ocurriendo a nuestro alrededor, pero me temo, que la realidad, como casi siempre, supere la ficción, y todavía no nos enteremos o lo que es peor, todavía no queramos enterarnos.
Los políticos, psicólogos y psiquiatras entendidos en el tema, no paran de buscar solución a tal barbarie, pero visto lo visto, sin mucho éxito hasta el momento. Las costumbres y culturas machistas de menosprecio hacia la mujer, si ya no están arraigadas en nuestro país, todavía existe la cultura de: "eso son cosas que tiene que solucionarse en la pareja y no se debe meter nadie" o "aguanta hija, aguanta", que tanto daño ha hecho, y/o cambiamos este chip y todos nos involucramos en denunciar, aunque sea anónimamente las situaciones que conozcamos, socorremos a las víctimas y despreciamos y apartamos de nuestros círculos de relación, a los cabrones que maltratan a las mujeres, que algún día pueden ser nuestras propias hermanas e hijas, o más pronto que tarde lo lamentaremos, más si cabe.
Es un problema de todos. Si de todos. Tuyo también.
Atención telefónica 24 h - 016 -
Regino Marmol
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Cuando se abriga una convicción, no se la guarda como una joya de familia ni se la envasa herméticamente como un perfume demasiado sutil: se la expone al aire y al viento, se la deja al libre alcance de todas las inteligencias. Lo humano está, no en poseer sigilosamente sus riquezas mentales, sino en sacarlas de la cabeza, vestirlas con las alas del lenguaje y arrojarlas por el mundo para que vuelen.