30/11/08

Día 10 de diciembre Fiesta Civil Universal

El 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó y proclamó la Declaración Universal de Derechos Humanos. Tras este acto histórico, la Asamblea pidió a todos los Países Miembros que publicaran el texto de la Declaración y dispusieran que fuera distribuido, expuesto, leído y comentado en las escuelas y otros establecimientos de enseñanza, sin distinción fundada en la condición política de los países.
Consideraron que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana. Consideraron que el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad, y que se ha proclamado, como la aspiración más elevada del hombre, el advenimiento de un mundo en que los seres humanos, liberados del temor y de la miseria, disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de creencias. También consideraron esencial que los derechos humanos fueran protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión. Consideraron esencial promover el desarrollo de relaciones amistosas entre las naciones. Consideraron, de igual manera, que los pueblos de las Naciones Unidas han reafirmado en la Carta su fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana y en la igualdad de derechos de hombres y mujeres, y se han declarado resueltos a promover el progreso social y a elevar el nivel de vida dentro de un concepto más amplio de la libertad. Consideraron que los Estados Miembros se comprometieranan a asegurar, en cooperación con la Organización de las Naciones Unidas, el respeto universal y efectivo a los derechos y libertades fundamentales del hombre, y que una concepción común de estos derechos y libertades es de la mayor importancia para el pleno cumplimiento de dicho compromiso.
Ahora 60 años después, considerando la importancia de la Declaración, sería un gran avance que estuviera entre las fechas importantes de la Humanidad. No como una simple fecha recordatoria en el calendario, sino como Fiesta Universal. Vamos de domingo, que si no, parece que no es fiesta.
Celebramos fiestas de todo tipo, pero pocas de carácter civil. En España 1º de mayo, Día del Trabajo, que debería ser “Día de los Trabajadores”; 12 de octubre, Día de la Hispanidad; y el 6 de diciembre, para mí la más importante, Día de la Constitución Española. El resto son fiestas de carácter o fines religiosos. Reyes, Asunción de la Virgen, Los Santos, Inmaculada Concepción, Navidad, Santiago Apóstol, amen de los Santos locales de todo tipo, como en Madrid, San Isidro, etc. Deben estar, por la cultura de la que venimos y de la que todavía estamos impregnados, pero también hace falta fiestas que celebren todos los pueblos de la Tierra.
Está muy bien aprender desde chicos las tablas de multiplicar, por donde pasan los ríos más caudalosos o donde están las cordilleras más altas del mundo. También, supongo que está bien aprenderse de memoria los 10 Mandamientos, el Credo o los Pecados Capitales. Pero debería ser imprescindible que las autoridades educativas además, promulgaran objetivamente, porque lo son, la Constitución y la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Nos sitúa en la realidad social que nos toca vivir y los países miembros cumplirían su palabra y el espíritu que les impulsó a su redacción hace ya 60 años.

Regino Marmol
El Progreso del siglo XXI
2 diciembre 2008
El Poder de Tu Voz (2008)



Dictadores del mundo (Amnistía Internacional)

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Cuando se abriga una convicción, no se la guarda como una joya de familia ni se la envasa herméticamente como un perfume demasiado sutil: se la expone al aire y al viento, se la deja al libre alcance de todas las inteligencias. Lo humano está, no en poseer sigilosamente sus riquezas mentales, sino en sacarlas de la cabeza, vestirlas con las alas del lenguaje y arrojarlas por el mundo para que vuelen.