24/4/06

El dinero nos hace pobres

Es curioso, pero normalmente a las personas que admiramos no lo hacemos por su dinero, y en cambio es por lo que luchamos día a día la mayoría de nosotros. En lugar de hacernos ricos en otros valores, antaño más en alza que hoy en día, codiciamos cada vez más la fortuna (la fortuna del dinero claro está), en vez de hacernos valedores de un respeto por nuestro trabajo bien hecho o por nuestra actitud ante la vida, buscamos únicamente el lucro personal lo más rápidamente posible, sin importarnos lo demás. El dinero manda. Es lo que nos enseñan, y así nos va.
Cuando escuchamos a Bruce Springsteen o a Santana, al que le guste este tipo de música, o bien a Isabel Pantoja o a Melendi, para los que les guste este otro, normalmente no nos paramos a pensar si tienen más o menos dinero. Simplemente, y es mucho, les admiramos por que nos gusta lo que hacen. Igual nos pasa con los artistas de teatro, cine, televisión, poetas, médicos, políticos, deportistas, etc. Normalmente no les admiramos por lo que ganan (aunque últimamente parece ser que si) sino por lo que nos aportan cultural o socialmente. Incluso a los grandes personajes de la historia, Alejandro Magno, Cristóbal Colón, J.F. Kennedy, Ricardo Corazón de León; o a los grandes religiosos, Jesucristo, Sidharta Gautama o Buda, Mahoma, etc., nunca les hemos admirado o seguido en sus preceptos por la mayor o menor riqueza que tuvieran, sino muy al contrario, ni siquiera hemos pensado en ello. Simplemente, y es mucho, les hemos admirado y seguido, en algunos casos, por sus ideas, hazañas o doctrinas.
Y es que el que no busca la riqueza, entiéndase esta acepción como conseguir mucho dinero, o se le tacha de hippie o se le tacha de vago. Cada vez más la frase "vivo para trabajar" se instala en el subconsciente colectivo poco a poco sin que nos demos cuenta de que en muchos casos no hacemos otra cosa. Y por supuesto que no estoy diciendo que el trabajo sea malo. Muy al contrario, creo y defiendo la idea del que trabajo nos ennoblece y nos recompensa, cuando nos gusta lo que hacemos, con creces cualquier esfuerzo realizado. No es a eso a lo que me refiero. Hablo de trabajar y trabajar solamente o principalmente por el ansia de conseguir más dinero para tener un coche mejor que el del vecino o unas vacaciones más fashion que las de mis amigos. O sea no trabajar por el hecho de ennoblecernos y servir a la sociedad en la medida de nuestras capacidades y lógicamente recibir una compensación económica por ello, sino trabajar para hacernos ricos o simplemente hacernos ricos sea como sea. Y no voy a ser yo el que diga que cualquiera de nosotros no tiene derecho a serlo. Al contrario. Pienso que el hombre ha evolucionado por la idea de conseguir mayor prosperidad para él y para los suyos, y es muy lícito el intentarlo. Pero lo que digo que no a cualquier precio. No sacrificando a la familia, a los hijos, a los amigos e incluso a uno mismo. Porque el dinero o mejor dicho el tener mucho dinero nos hace ricos de cosas, quizás de muchas cosas. Pero paremos el tiempo por unos momentos y pensemos si a la vez también nos hacemos ricos de cariño de nuestra mujer, hijos y amigos. O por el contrario somos muy ricos de cosas y pobres de lo que realmente importa. Yo ahora me voy a trabajar haber si me hago rico, pero de la amistad de mis compañeros de curro, y si de paso hago lo que me gusta y gano mucho dinero mejor que mejor, que nada tiene que ver las churras con las meninas. Todo en su justa medida.
Regino Marmol
El Progreso del siglo XXI
24 abril 2006

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Cuando se abriga una convicción, no se la guarda como una joya de familia ni se la envasa herméticamente como un perfume demasiado sutil: se la expone al aire y al viento, se la deja al libre alcance de todas las inteligencias. Lo humano está, no en poseer sigilosamente sus riquezas mentales, sino en sacarlas de la cabeza, vestirlas con las alas del lenguaje y arrojarlas por el mundo para que vuelen.