Marcelino Camacho a buen seguro estará defendiendo a los más débiles, a la clase obrera, allá donde esté. Nos ha dejado el padre del sindicalismo moderno en España, un luchador nato. Su biografía bien valdría un guión de Hollywood.En 1944 se fuga del campo y viaja al exilio a Orán (Argelia). Al pasar la frontera del entonces Marruecos francés fue detenido por la policía francesa y conducido a Orán, una ciudad que entonces tenía una enorme colonia de inmigrantes españoles. Algunos se encontraban desde antes de los años treinta, desplazados por motivos económicos y otros eran refugiados políticos republicanos emigrados tras la guerra civil (los últimos barcos con exiliados republicanos salidos del puerto de Alicante días antes del fin de la guerra se dirigirían precisamente a esta ciudad). Entre los exiliados que reclamaron y consiguieron su libertad estaba Josefina Samper (1927, Fondón, Almería), con la que se casaría el 22 de diciembre de 1948.
En 1957, tras ser indultado, regresaría a España para desempeñar su profesión de obrero metalúrgico en Perkins Hispania. Fue elegido representante de los trabajadores de su empresa y fue uno de los impulsores de Comisiones Obreras (CC.OO.), sindicato de clase y de inspiración comunista infiltrado en los sindicatos verticales del régimen franquista. Por sus actividades sindicales y políticas fue encarcelado en 1967, pasando nueve años en la cárcel de Carabanchel. A la salida de la prisión, el líder soriano, casi como una premonición, anunciaría: «ni nos domaron, ni nos doblegaron, ni nos van a domesticar». Salió indultado tras el famoso Proceso 1001, en el que la dictadura juzgó a los principales dirigentes de CC.OO. a finales de 1973.
En 1976 las Comisiones Obreras se constituyen en confederación sindical y Marcelino Camacho es elegido secretario general. En ese momento ya era miembro del Comité Cetnral del Partido Comunista de España (PCE). Fue elegido diputado por Madrid en las elecciones constituyentes de 1977 y reelegido en las elecciones de 1979. Dimitió como diputado por desacuerdo con las normas laborales que aprobó el Parlamento con el apoyo del PCE.
Dirigió CCOO hasta 1987, siendo reelegido por abrumadora mayoría en los cuatro primeros congresos del sindicato. En este periodo Comisiones Obreras se convirtió en la primera central sindical española y le convocó la primera huelga general al gobierno de Felipe González en 1985. Además, tuvo una destacada presencia en las movilizaciones contra la OTAN de 1986 y en las estudiantiles del curso 86/87. En 1987 pasó a ocupar el cargo honorífico de Presidente, al ser sustituido en el cargo de secretario general por Antonio Gutierrez. Desde antes del 5º Congreso (1991) mantuvo enfrentamientos con la dirección encabezada por Gutiérrez (favorable al pacto social o a la disolución del PCE en Izquierda Unida, lo que culminó con su dimisión como Presidente en 1995 al estar en desacuerdo por el alejamiento de la dirección de CCOO del PCE y su continuo giro a la derecha. En el 6º Congreso (1996) el sector mayoritario oficialista votó en contra de la candidatura a presidente para el que, el Sector Crítico había propuesto a Marcelino Camacho, por 366 votos a favor, 571 en contra, 43 abstenciones, 12 en blanco y 3 nulos.
Hasta su muerte continuó siendo militante del PCE y miembro de su Comité Federal, así como afiliado de IU. Su carnet de miembro de CCOO era el n.º 1.
Tenía 2 hijos, Yenia y Marcel. Hasta su fallecimiento residió junto con su esposa en un inmueble situado en la localidad madrileña de Majadahonda, tras verse obligado a abandonar su domicilio de siempre en el barrio de Carabanchel de Madrid donde había vivido toda su vida por carecer de ascensor.
Publicó sus memorias en Confieso que he luchado (1990), con prólogo de Manuel Vázquez Montalbán.
El 28 de noviembre de 2007 en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Madrid le fue rendido un homenaje por parte del mundo político y sindical con el título de "Marcelino: historia de un compromiso", con la presencia del presidente del Gobierno José Luis Rodríguez Zapatero, junto a miembros del PP, PSOE, IU y PCE, de los sindicatos UGT y USO y, de la patronal CEOE y del mundo de la cultura. Entre ellos, la actriz Aitana Sánchez Gijón, que presentó el acto, los secretarios generales de CCOO, José María Fidalgo, y de UGT, Cándido Méndez, y el anterior presidente de CEOE, José María Cuevas. También actuaron José Antonio Labordeta y Luis Pastor, poesía recitada por Pilar Bardem y Nuria Espert, y el escritor José Saramago le envió un mensaje, que leyó Sánchez Gijón. Él, una vez más al finalizar el acto, cantó La Internacional y sus breves palabras fueron para recordar su lema “¡Ni nos domaron, ni nos doblaron, ni nos van a domesticar!”.
Posteriormente el 28 de marzo de 2008 CCOO le rindió otro homenaje, está vez más informal, con presencia de los afiliados en el Auditorio de CCOO de Madrid, bautizado desde ese momento con su nombre, con una gran afluencia de público. Este acto fue presentado por El Gran Wyoming, y contó con las actuaciones e intervenciones de la novelista Marta Sanz, el poeta Carlos Álvarez, los cantautores José María Alfaya, Luis Felipe Barrio, Matías Avalos y Quintín Cabrera, el novelista Isaac Rosa, la escritora Almudena Grandes, y el poeta Luis García Montero. El acto se abrió con la Banda Sinfónica de CCOO tocando La Internacional. En el momento de la intervención de Marcelino los miembros de la UJCE presentes desplegaron una pancarta con el lema Con tu ejemplo de lucha, ¡Gracias Camarada!. El acto finalizó con la actuación del Coro de la Unión de Actores y con el público cantando de nuevo, a capela, La Internacional.
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Cuando se abriga una convicción, no se la guarda como una joya de familia ni se la envasa herméticamente como un perfume demasiado sutil: se la expone al aire y al viento, se la deja al libre alcance de todas las inteligencias. Lo humano está, no en poseer sigilosamente sus riquezas mentales, sino en sacarlas de la cabeza, vestirlas con las alas del lenguaje y arrojarlas por el mundo para que vuelen.